El país de los mil ritmos
Pensar en Colombia es pensar en fiesta, felicidad, pasión y baile. Sin embargo, estas percepciones tan positivas y animosas que otras personas tienen de nuestro país no han llegado—como se dice coloquialmente—“por arte de magia”, pues los colombianos hemos trabajado fuertemente desde nuestra cultura y nuestra identidad para ganarnos esa imagen.
La música ha jugado un papel muy importante en la construcción de esta, pues ha permitido que nos diferenciemos de otros países y que seamos reconocidos por los diferentes ritmos que caracterizan nuestro folclore.
Regresando al pasado, en un comienzo, tras ser colonizados por los españoles, nuestro país dio un giro de 180 grados. Cambiaron las costumbres, las tradiciones, las creencias, la vestimenta, la forma de hablar, las muestras culturales y, por supuesto, la música no fue la excepción.
Gracias a la influencia del continente europeo y del continente africano (proveniente de los esclavos que residían en nuestro país), la música poco a poco se fue enriqueciendo en combinación con los ritmos indígenas ya existentes, a tal punto de que no eran únicamente géneros musicales completamente aislados debido a las diferencias culturales, sino que por el contrario empezaron a fusionarse con el fin de crear diferentes y nuevas armonías.
El vínculo entre etnias también marcó un momento importante respecto a la música, pues este dio origen al mestizaje y, así, los mulatos, criollos y castizos se dieron a la tarea de crear más ritmos, ritmos que ampliaron en mayor medida la riqueza musical del país.
Con el paso de los años, los instrumentos musicales también se convirtieron en un factor diferenciador. Por ejemplo, la Región de la Orinoquía, también conocida como LLanos Orientales, se distingue por el uso del arpa y del cuatro. En la Región Andina predominan los instrumentos como la bandola, el tiple y la guitarra.
Otra singularidad es que Colombia ha demostrado ser un país auténtico, pues géneros como el vallenato, el bullerengue, el merengue, la champeta, el currulao, el joropo y la champeta, únicamente se encuentran en nuestro país.
Es evidente que desde la colonización hasta nuestros días, la música ha crecido de una manera tan significativa, que somos conocidos mundialmente como “el país de los mil ritmos”, esto debido a los más de 1200 que nos caracterizan y nos diferencian de los demás.
Sin embargo, Colombia no es solo conocida por sus ritmos. Artistas como Shakira, Juanes, Carlos vives, Andrés Cepeda y J Balvin, han llevado la música y el sabor colombiano a cada rincón del mundo.
"La música ha crecido de una manera tan significativa, que somos conocidos mundialmente como “el país de los mil ritmos”, esto debido a los más de 1200 que nos caracterizan y nos diferencian de los demás".
Por: Natalia Medina Lozano
Aminta Basanta, la tradición que desvanece
"Vamos muy mal para mantener la identidad colombiana".
Su majestad, el joropo
Esta es la historia de un actor que llena de alegría a toda una región: su majestad, el joropo. Con esta frase se hace, usualmente, la apertura a los festivales de música llanera. No es para menos, este género musical oriundo de los llanos colombo-venezolanos, deja sin aliento al que lo escucha. Todo lo que sucede en la región, desde el trabajo de llano, hasta la contemplación de su gran paisaje amarillento, queda plasmado con arpa, cuatro y maracas.
Este trío es inconfundible. Con espíritu recio, los cantos llaneros van de generación en generación. “Aquí traigo este joropo llamado golpe traidor”, canta el Catire Morales, reconocido cantante del Casanare, quien se acompaña de su cuatro para entonar unos versos, y canta para explicar lo que con sus palabras no puede. Y es que cuando el arpa arranca, no hay quien detenga un joropo, es tan vigoroso en su andar. Marcado con el cuatro, instrumento de cuerda, la voz inconfundible de un cantante entra en escena. No importa la edad, lo único que importa es que el sentimiento de contar su vivencia esté presente. La voz criolla y festivalera hace que el evento sea de admiración y respeto por parte de sus espectadores.
La música llanera se comparte con Venezuela, como dice el Catire, es un “solo llano”. De instrumentos traídos por colonizadores a la región, los mestizos se las arreglan para contar a través de estos sus días, pues es todo un combinado cultural. El llano es la más grande inspiración, luego vendrán los sentimientos que al aire entre copleros se cuentan. La fuerza entonces se medirá en contrapunteo, un ritmo en el que prevalece la improvisación y la inmediatez de sus instrumentos.
Al final del día, en academias, casas, hatos y sabana el joropo es el que por excelencia vivirá para reunir todo lo que los llaneros músicos quieran contar o incluso, para ayudarse a despertar antes de arrear el ganado a las cinco de la mañana. Su majestad, el joropo es el alma de la fiesta. La copla y el contrapunteo son sus fieles complementos. La voz de un joropo es incomparable, es inquebrantable y busca a como dé lugar ser el centro de atención en la reunión de criollos.
Por: Paola Awad
Herencia de Timbiquí, herencia del Pacífico
Desfilaban mujeres del pacífico colombiano y un cocinero sonriente orgulloso de su región emplataba chontaduro y arrechón, mientras tres hombres salían al escenario a gozarse una marimba y acompañar el canto. Allí estaba Herencia de Timbiquí en el escenario, lanzando su canción Mi Primera Locura.
Este grupo nacido del Pacífico colombiano deslumbra con su ingenio y sabor. Tres voces de distintos golpes, tres voces que destilan sabor y pasión—aprendida de sus ancestros—. La canción en ‘debut’ era algo no acostumbrado en ellos, una apuesta al género urbano. Con un cantante puertorriqueño muy reconocido: J Álvarez. No querían hacer más folclor. Sin embargo, ellos decidieron que no se trataba de dejar de amarrarse al pacífico, sino de expandirlo.
“Es el mejor canal de comunicación que encontramos desde nuestro territorio para transmitir a Colombia y el mundo”, dice Pablo Mancilla conocido como el Rey del Cucuno, pues es el encargado de tocar la marimba, esa pequeña conexión del pacífico con lo nuevo. Y es que Herencia de Timbiquí, aunque tenga la cara visible de tres hombres, es una agrupación de 11 músicos del Cauca. William Angulo, vocalista de la agrupación, sostiene que lo importante de este movimiento es conservar las bases musicales y de esta manera no importa “meter y quitar golpes” con tal de que suene la percusión del pacífico, la marimba y su letra.
Ante el reto de sostener la tradición y no dejarla ir, Herencia de Timbiquí le apuesta a conservar su folclor sin degradarlo, dándole al “Chocó, al Valle del Cauca y a Nariño” su lugar con la música y expandiéndolo fuera. Es lo que ha hecho a Herencia tener proyección nacional e internacional , y resignificar la marimba en escena. Donde al cerrar los ojos, el ambiente se vuelve olor a marisco, chontaduro, playa, arrechón y admirable gente de color. Esa fue la invitación de Herencia de Timbiquí al público cuando quiso innovar sin despedir a la marimba de las tablas.
Por: Paola Awad
La identidad, por el grupo Curupira
Curupira es una agrupación musical creada en el año 2000, integrada por un sexteto colombiano con largo recorrido en jazz, pop, rock, funk, cumbia, champeta, gaita, fandango, joropo y música clásica indostaní.
Según Juan Sebastián Monsalve, director musical del grupo Curupira, Colombia se destaca por poseer diversas expresiones sonoras en cada una de sus regiones principales. Regiones como la costa se destacan por tener un folclore musical amplio, incluyendo el porro pelayero, la cumbia de acordeón, la cumbia sabanera, el acordeón vallenato, la gaita y la tambora.
A partir del siglo XX, la industria fonográfica posicionó a la cumbia como el principal género musical que identificaba a la cultura colombiana en América Latina.
Curupira es un grupo de investigación que exploró el formato instrumental de la música de los Montes de María, una cadena montañosa de 2.677 kilómetros cuadrados ubicada entre los departamentos de Sucre y Bolívar. Algunos consideran esta región como una de las cunas de la gaita. Con gran habilidad, este conjunto musical combinó los elementos melódicos indígenas con músicas urbanas como el jazz, el rock y el funk. Entre su repertorio se pueden encontrar fragmentos de música tradicional del pacífico sur, como la marimba de chonta y sus tambores.
Esta asociación se caracteriza por fusionar los diferentes y, casi infinitos, géneros nacionales tradicionales. Juan Sebastián no duda en que se deben preservar los elementos musicales nacionales, puesto que estos conforman parte de la identidad colombiana; enfatiza con gran vigor que los adolescentes suelen crear su identidad en las ciudades, alrededor de géneros musicales que, por lo general, son impuestos por los medios de comunicación masiva, de origen anglosajón en su mayoría. Finaliza reflexionando que, para poder combatir esta “invasión”, los latinoamericanos deberían replantearse su identidad sonora.
"Juan Sebastián no duda en que se deben preservar los elementos musicales nacionales, puesto que estos conforman parte de la identidad colombiana".
Por: Samuel Rodríguez
El puma del vallenato
Nacido en Valledupar, pero criado en Hatonuevo, Guajira, José Luis Rodríguez supo que su vocación era cantar vallenato desde el primer momento en que escuchó a grandes cantantes como Diomedes Díaz y Jean Carlos Centeno. Con apenas 38 años, “El Puma del Vallenato” ya es un ícono en la cultura folclórica musical colombiana.
Según José Luis, la cumbia es sin lugar a duda, la identidad musical de Colombia y su más grande exponente. Sin embargo, hay una gran variedad de géneros musicales, como la salsa, la cumbia y la champeta. Para el músico, en Colombia hay un poco de todo y cada estilo logra adaptarse a diferentes parámetros. “La salsa y el palenque son géneros muy consumidos en el pacífico colombiano”, explica.
Como parte de la globalización, es común ver la intrusión de géneros musicales ajenos a la cultura colombiana como el reggaetón. Sin embargo, “El puma” considera que es muy necesario rescatar y exaltar el folclore insignia colombiano, para preservarlo. La música, como cualquier arte, genera poesía y llega a los corazones, alegrando a la gente.
"Como parte de la globalización, es común ver la intrusión de géneros musicales ajenos a la cultura colombiana como el reggaetón. Sin embargo, “El puma” considera que es muy necesario rescatar y exaltar el folclore insignia colombiano, para preservarlo. La música, como cualquier arte, genera poesía y llega a los corazones, alegrando a la gente".
Existe un alto porcentaje de influencia africana en la música colombiana, debido al mestizaje ocurrido entre los negros africanos, los pueblos indígenas y los españoles. Esto se ve reflejado en el vallenato, mediante la utilización de las congas y la caja vallenata, elementos de percusión originarios de África. Es fácil encontrar en San Basilio de Palenque el idioma criollo palenquero, un dialecto con base lexical española, pero con fragmentos portugueses y africanos traídos de las tribus Bantú.
Es costumbre encontrar en las carátulas musicales de Joe Arroyo indumentaria o vestimenta africana, incluso con animales salvajes de la sabana, expresando una oda a las tribus afro por parte del artista colombiano. La influencia africana en el folclore latinoamericano es enorme, y más aún en Colombia, siendo demostrado ampliamente en las costumbres neogranadinas.
El finalista del reality show A Otro Nivel explica que son naturales las fusiones entre la música tradicional colombiana y los nuevos géneros que incursionan en el país, además de constituir una ventaja grande, puesto que crean una amalgama social de identidad.
Por: Samuel Rodríguez
A muchas personas les parece que hay un prejuicio hacia la historia de la música, pero ese imaginario negativo es posible transformarlo, pues la música vieja despierta imaginación en cuanto a los precedentes.